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Iom ha-Shoá

יום השואה

Mordejai Anilevitch pertenecía al movimiento sionista Ha- shomer Ha- tzair y era el comandante de la organización de Lucha Judía – Żydowska Organizacja Bojowa -, también conocida como ŻOB. Tenía sólo 23 años cuando lideró el levantamiento.

En la primavera de 1943 estalló la rebelión en el gueto de Varsovia. Un puñado de judíos mal armados se lanzó a combatir y consiguió poner en jaque durante varias semanas al ejército nazi de ocupación; por entonces, el más poderoso y mejor equipado de Europa.

En los días previos a la heroica rebelión, él y otros líderes intentaban sumar a los indecisos, tratando de convencerlos acerca de la necesidad de luchar: «Entonces éramos esclavos del faraón ¿cuál es la diferencia?, hoy lo somos de Hitler…»

Era la consigna apropiada… Porque corría el mes de abril… Se aproximaba Pesaj…

El Levantamiento del Gueto de Varsovia, hecho histórico que se conmemora en Iom ha- Shoá, es emblemático, pero no fue el único acto de rebelión de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Ellos lucharon en los bosques y en las ciudades; en los campos de concentración, de trabajo y de exterminio: en todas partes, siempre que hubo una posibilidad y un resquicio para hacerlo…

Recordamos hoy con orgullo a nuestros seis millones de hermanos, tanto a los combatientes como a los que fueron a su fin, sin resistirse.

Honramos del mismo modo a los que protagonizaron acciones de valentía y heroísmo, a los que intentaron desesperados actos de resistencia y a los mansos y engañados que no comprendieron lo que se avecinaba.

Admiramos la resiliencia de los sobrevivientes que rehicieron sus vidas y comprendemos y compadecemos a aquellos que no pudieron sobrellevar la memoria del horror.

Y, por supuesto, lloramos a cada uno de los seis millones de judíos asesinados: ¡Kadish por todos ellos!

Imre Kertész, sobreviviente de Auschwitz y Buchenwald y Premio Nobel de Literatura 2002, precisó con absoluta claridad en su libro Un instante de silencio en el paredón. El Holocausto como cultura, la ruptura absoluta de los valores que habían definido a la sociedad hasta ese momento, manifestando así la necesidad de crear un nuevo imperativo ético:

Nuestra mitología moderna empieza con un gigantesco punto negativo: Dios creó el mundo y el ser humano creó Auschwitz… «Da la impresión de que los dos grandes principios que constituyeron el motor de la creatividad europea, la libertad y el individuo, ya no son valores inamovibles. Auschwitz demostró que debemos cambiar de forma radical la visión del hombre creada por el humanismo de los siglos XVIII y XIX.

El poeta Aron Glantz dedicó un poema al niño de la imagen, cuya última estrofa se reproduce a continuación:

Y tú, niñito judío: beso con culpa tu rostro,
tus diáfanos y puros ojitos.
Y al final de los tiempos, y durante millones de años
tu llanto infantil seguirá reclamando respuestas.

Beit RaMBam – Comunidad Judía Progresista de Andalucía

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