Dos días muy significativos
Iom Ha-Zikaron / יום הזכרון
Iom Ha’atzmaut / יום העצמאות
El 4 de Iyar, que este año 2014 coincide con el 4 de mayo, es Iom Ha-Zikarón, fecha establecida por ley de la Kneset – el Parlamento israelí – en el año 1963, como día de duelo nacional por los caídos en las guerras de Israel y las víctimas de actos terroristas.
En esa jornada se recuerda el sacrificio realizado por las casi 24.000 personas que perdieron sus vidas para conseguir y mantener la independencia del Estado de Israel, mencionándose en la ceremonia oficial todos sus nombres. Este día precede a Iom Ha’atzmaut, Día de la Independencia de Israel, que se celebra el 5 de Iyar, porque en la misma fecha del año 5708, 14 de mayo de 1948, se retiraron las tropas británicas del territorio que los ingleses llamaron Palestina, poniendo fin a su Mandato que se prolongó desde 1922 hasta 1948, durante 26 años.
Un estado judío
En noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en Nueva York, aprobó la Resolución 181, recomendando un plan para resolver el conflicto entre judíos y árabes en la región de Palestina, bajo Mandato británico. Dicho plan fue votado por los países pertenecientes a la ONU de la siguiente manera:
A favor
-
- : Australia, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, Brasil, Canadá, Costa Rica, Checoslovaquia, Dinamarca, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Haití, Holanda, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, República Dominicana, Suecia, Sudáfrica, Unión Soviética, Uruguay, Venezuela.
En contra
-
- : Afganistán, Arabia Saudí, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Iraq, Líbano, Pakistán, Siria, Turquía, Yemen.
Abstenciones
- : Argentina, Colombia, Chile, China, San Salvador, Etiopía, Honduras, México, Reino Unido, Yugoslavia. Tailandia estuvo ausente.
El plan proponía dividir la parte occidental del territorio en dos estados: uno judío y otro árabe, manteniendo las ciudades de Jerusalén y Belén bajo control internacional. Pero el gobierno británico no fue capaz de implementarlo; y, por su parte, los países árabes de la zona lo rechazaron, declarando la que sería la primera de las guerras de Israel.
Demasiadas guerras:
1948: Guerra de la Independencia
1956: Guerra de Suez
1967: Guerra de los Seis Días
1968/ 1970: Guerra de Desgaste
1973: Guerra de Iom Kipur
1982: Primera Guerra del Líbano
2006: Segunda Guerra del Líbano
2008/ 2009: Conflicto de la Franja de Gaza
A las guerras abiertas en las que combatió Israel, hay que sumar los ataques con misiles iraquíes arrojados en 1991, previos a la Guerra del Golfo; los diversos enfrentamientos con Siria por los Altos del Golán, y la Primera y la Segunda Intifadas, en 1987 y 2000, respectivamente.
Las diversas negociaciones e iniciativas de paz, que se sucedieron a lo largo de los años, tales como las celebradas en Oslo en 1993 o en Camp David en el año 2000, entre otras, desgraciadamente no prosperaron.
A favor de la paz
El escritor israelí y activista por la paz, Amos Oz, en ocasión de recibir el Premio Príncipe de Asturias a las Letras en el año 2007, pronunció un discurso memorable, que tituló «La mujer de la ventana», del que reproducimos algunos fragmentos:
Creo que la capacidad de imaginar al prójimo es un modo de inmunizarse contra el fanatismo. (…) Parte de la tragedia árabe-judía es la incapacidad de muchos de nosotros, judíos y árabes, de imaginarnos unos a otros. De imaginar realmente los amores, los miedos terribles, la ira, los instintos. Demasiada hostilidad impera entre nosotros y demasiada poca curiosidad.
Cabrá suponer que dos víctimas, y sobre todo dos víctimas de un mismo perseguidor, desarrollarán cierta solidaridad entre ellas. Por el contrario, algunos de los conflictos más terribles son aquellos que se producen entre dos víctimas de un mismo perseguidor.
Los judíos y los árabes tienen algo en común: ambos han sufrido en el pasado bajo la pesada y violenta mano de Europa. Los árabes han sido víctimas del imperialismo, del colonialismo, de la explotación y la humillación. Los judíos han sido víctimas de persecuciones, discriminación, expulsión y, al final, el asesinato de un tercio del pueblo judío.
Exactamente así es la situación entre judíos y árabes en Oriente Medio: mientras los árabes ven en los israelíes a los nuevos cruzados, la nueva reencarnación de la Europa colonialista, muchos israelíes ven en los árabes la nueva personificación de nuestros perseguidores del pasado: los responsables de los pogromos y los nazis.
Esta realidad impone a Europa una especial responsabilidad en la solución del conflicto árabe-israelí: en lugar de alzar un dedo acusador hacia una u otra de las partes, los europeos deberán mostrar afecto y comprensión y prestar ayuda a ambas partes. Ustedes no tienen por qué seguir eligiendo entre ser pro-israelíes o pro-palestinos. Deben estar a favor de la paz.
Y haciendo alusión a las gentes que cualquier turista puede ver durante sus desplazamientos por un país extranjero, el autor menciona a una mujer imaginaria, asomada a la ventana de su casa y continúa:
La mujer de la ventana puede ser una mujer palestina de Nablus y puede ser una mujer israelí de Tel Aviv. Si desean ayudar a que haya paz entre las dos mujeres de las dos ventanas, les conviene leer más acerca de ellas. Las cosas irían mejor si también cada una de esas dos mujeres leyese acerca de la otra, para saber, al menos, qué hace que la mujer de la otra ventana tenga miedo o esté furiosa, y qué le infunde esperanza.
No he venido esta tarde a decirles que leer libros vaya a cambiar el mundo. Lo que he sugerido es que creo que leer libros es uno de los mejores modos de comprender que, en definitiva, todas las mujeres de todas las ventanas necesitan urgentemente la paz.
Beit Rambam coincide con Amós Oz en que alrededor del conflicto árabe-israelí hay mucho desconocimiento, lo que él resume de un modo magistral con su metáfora de cada una de las mujeres asomadas a sus respectivas ventanas.
Y suma a ello sus esperanzas de que por fin haya paz en una de las regiones más conflictivas del mundo, aquella en la que habitan Israel y sus vecinos.
Es nuestro ferviente deseo de que éste sea el último año en que Iom Ha’ atzmaut se celebre, sin poder celebrar a la vez una paz definitiva, como también deseamos que el año próximo, en Iom Ha-Zikarón, no haya nuevos nombres que leer en la ya larga lista de víctimas de las guerras.