Aunque esperábamos que la Hajnasat Torá fuera una fiesta especial y conmovedora, podemos decir que se superaron todas nuestras expectativas.

Queremos agradecer a todos y cada uno de los muchos invitados, tanto de Sevilla como de otros lugares de España y del extranjero, que compartieron con nosotros la alegría, la emoción, las risas y las lágrimas. También a los javerim que se superaron y elaboraron los diversos platos y dulces, convirtiendo la mesa festiva en un abundante y «lujoso banquete».

A Jorge, a Leo, a Héctor, a David y a Mike, y a todos los que trabajaron durante días para acondicionar el nuevo espacio de Beit Rambam; y que también diseñaron y siguieron de cerca la manufactura del Arón Ha- kodesh; a Jennifer que bordó primorosamente el parójet; y hemos querido dejar para el final, lo más importante: gracias una vez más a Leslie, nuestra presidenta, por este regalo que recibimos en forma de Séfer Torá y a su familia que se desplazó desde varios puntos de Estados Unidos para celebrar con nosotros el hermoso regalo que nos hicieron.

Tal como nos recordaron ayer las palabras de presentación del acto, la Torá es etz jaim, «árbol de vida», y lo fue para todas las generaciones que nos precedieron, estudiándola y cumpliendo con sus preceptos, celebrando su eternidad y enriqueciéndola con la aportación de los sabios del pueblo de Israel, generación tras generación, aferrándose siempre a ese árbol, aun en las circunstancias más penosas y en medio de las mayores tormentas de la historia.

Ojalá que en Beit Rambam consigamos estar a esa altura y encontremos nuestra propia clave para seguir aportando a este inconmensurable legado.

Es imposible describir el sentimiento común de alegría, que se leía en los rostros de todos los asistentes, que bailamos, cantamos y por turnos llevamos el Séfer Torá. Después de fijar la mezuzá y de depositar el Séfer Torá en su Arón Ha- kodesh, recitando las brajot correspondientes, siguió la fiesta.

Y así es como hicimos realidad y vivimos cada uno en primera persona, la frase que tantas veces hemos dicho o cantado: Hinei ma tov y ma naim, shebet ajim gam iajad, ¡Qué bueno y hermoso es estar juntos con nuestros hermanos!