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Que el próximo año 5786 sea un tiempo de paz para Israel y toda la humanidad.
Shaná tová u- metuká!!
Para todo hay una estación
un tiempo para cada cosa bajo el sol (…)
un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz.– Kohelet (Eclesiastés) 3: 1,2,8
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Beit RaMBam
Una añoranza de siglos
El día 3 de agosto del año 1492 de la era común, el último judío se disponía a cumplir con el Edicto de Granada, que lo obligaba a él y a todo el pueblo hebreo de Sefarad a abandonarla, lo que sumaba aún más tristeza a la luctuosa conmemoración del día anterior, 9 de Av, Tishá b’Av de 4251.

Reproducción de las llaves de Sevilla entregadas por los judíos y árabes al Rey Fernando III.
© Orfebre Marmolejo
Miles de judíos – ancianos, hombres, mujeres y niños – iban andando por los polvorientos caminos de Al Ándalus, bajo el calor sofocante de aquel tórrido verano. Se dirigían al puerto más cercano, donde abordarían la nave que los llevaría hacia tierras menos hostiles.
Y acaso algunos giraron la cabeza y miraron por última vez hacia su lugar de nacimiento, aquel en donde sus antepasados habían vivido, trabajado, amado, soñado, rezado y donde habían sido enterrados durante tantos siglos; e incluso puede que uno de ellos susurrara desolado:
Perdimos a Toledo, perdimos a Sión, no hay consolación.
Pero ya en el barco, que se iba alejando lentamente de aquella querida tierra, quizás algún otro se permitió un pensamiento esperanzado y elevó su voz emocionada en una breve plegaria:
¡Quiera Adonai que un día los judíos volvamos a Sefarad!
Hubo de pasar un periodo nada menos que de cinco siglos, pero el deseo de aquel anónimo judío, que expresaba el sentir de todos cuantos se marchaban, se cumplió. En los inicios del siglo XX, poco a poco, comenzaron a regresar los judíos a España, tanto sefardíes como asquenazíes procedentes de todos los confines del mundo, que volvían a radicarse en las añoradas y nunca olvidadas tierras de Sefarad.
Tal como siempre han hecho, en cuantos países tuvieron que vivir en sus muchas migraciones, obligados por la intolerancia, las expulsiones y por sus propios deseos de vivir en paz, se reunieron en comunidades.
Así sucedió en toda España: en Madrid, Barcelona, Málaga y tantas otras ciudades, entre ellas Sevilla.
Y fue en Sevilla, mientras celebrábamos Sucot el 21 de septiembre de 2013, 17 de Tishrei del año hebreo de 5774, donde se constituyó oficialmente la Comunidad Judía Progresista Beit Rambam de Andalucía, lo que sumó contento a la alegría propia de esta fiesta.
¿Nos acompañas?

Casas de la Judería, San Bartolomé, © Benjamín Núñez González